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Las sondas para espectrómetro miden espectros ópticos de 210-750 nm en líquidos. Robustos, fiables y duraderos, estos dispositivos requieren un mantenimiento mínimo; con limpieza automática mediante aire comprimido o un cepillo. Precalibradas en fábrica, estables y sin mantenimiento en su funcionamiento, las sondas pueden implementarse en una fuente de agua o corriente de derivación durante 24 horas al día durante años.
La “huella” se refiere al perfil de absorción completo generado por el espectrómetro. Esta huella puede utilizarse para monitorear múltiples parámetros simultáneamente, como sustancias químicas o biológicas en la muestra. Al analizar el espectro, el sistema puede tener en cuenta las posibles sensibilidades cruzadas entre los parámetros, lo que lo hace altamente confiable para mediciones complejas.
Las calibraciones globales calculan las concentraciones de múltiples parámetros a partir de la huella y están disponibles como configuraciones predeterminadas específicas para la aplicación. A través de las calibraciones globales, cada usuario se beneficia de muchos años de experiencia en aplicaciones similares a las suyas, lo que, en la mayoría de los casos, significa que no se requiere calibración local en el lugar de emplazamiento.
Nuestras sondas espectrométricas no utilizan piezas reemplazables ni consumibles. Esto reduce de manera notable los costos constantes asociados con el mantenimiento y las piezas de repuesto, lo que las convierte en una solución rentable para un uso a largo plazo. Siempre que el espectrómetro se opere correctamente, los usuarios pueden evitar costos adicionales más allá de la compra inicial.
Las sondas espectrométricas funcionan según el principio de la espectrometría ultravioleta-visible (UV-Vis). Las sondas espectrométricas son los primeros y únicos instrumentos en el mundo capaces de medir espectros ópticos desde 190 hasta 750 nm directamente en medios líquidos. Las sustancias presentes en el medio debilitan un haz de luz emitido por una lámpara que atraviesa el líquido. Tras el contacto con el medio, su intensidad se mide mediante un detector en un rango de longitudes de onda específico para la aplicación.
En la sección de medición, ubicada entre las unidades emisora y receptora, la luz emitida atraviesa el medio que se analizará. Las sustancias presentes en el medio, entre los visores de medición de la sonda, absorben luz visible y UV. Internamente, un segundo haz de luz se dirige a través de una trayectoria de comparación. Esta configuración de doble haz permite compensar, con cada medición, cualquier efecto instrumental que pueda influir en la calidad de la medición (por ejemplo, el envejecimiento de la fuente de luz).
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