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El dióxido de cloro es un potente agente oxidante utilizado para la desinfección del agua potable, las torres de refrigeración, el agua de proceso y la elaboración de alimentos.
El dióxido de cloro es aproximadamente 10 veces más soluble en agua que el cloro. No se ve afectado por el pH, tiene un excelente efecto residual, permanece activo durante horas o días, no interactúa con el amoníaco o el amonio y es eficaz a bajas temperaturas.
Monitorear y mantener el ClO2 residual en aplicaciones "sucias" difíciles, como hospitales o la industria alimentaria, es vital. El monitoreo y la medición continuos garantizan el uso eficaz del dióxido de cloro para fines de desinfección, junto con otras aplicaciones. Una dosificación insuficiente puede resultar ineficaz y una dosificación excesiva da lugar a la formación de subproductos de clorito en exceso.
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