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Sulfuro disuelto

El sulfuro disuelto es la presencia de iones de sulfuro (S²-) en el agua, a menudo originados por la descomposición de materia orgánica en condiciones anaeróbicas. Unos niveles elevados de sulfuro disuelto pueden provocar la degradación de la calidad del agua y suponer un riesgo para la salud de los organismos acuáticos y de los seres humanos.

Los sulfuros se clasifican en tres categorías: orgánicos, inorgánicos y fosfínicos. Los sulfuros orgánicos son compuestos que se forman cuando el azufre se une a dos grupos orgánicos. Los sulfuros inorgánicos son compuestos que contienen un ion sulfuro cargado negativamente. Los compuestos de sulfuro de fosfina se forman cuando el azufre se une a una fosfina orgánica.

Los sulfuros pueden encontrarse de forma natural en el agua de pozo y pueden acumularse en los sistemas de recogida de aguas residuales debido a las condiciones anaeróbicas. En los sistemas de agua potable, los sulfuros causan problemas de sabor y olor y, en los sistemas de aguas residuales, los sulfuros provocan daños en las estructuras de hormigón de los sistemas colectores y contribuyen a los problemas de olor en las instalaciones de tratamiento. Además, los sulfuros se utilizan en los procesos de eliminación del mercurio y se encuentran con frecuencia en los residuos del curtido.

Los sulfuros dan al agua un sabor amargo y olor a huevos podridos y, si no se trata, la hace inadecuada como fuente de agua potable municipal. Sin embargo, con un monitoreo y un tratamiento adecuados, fiables y precisos, el agua puede ponerse a disposición del público.